He de admitir que después de la publicación del artículo científico sobre dentistas zurdos el listón estaba tan alto que casi me daba vergüenza volver a nuestras comunicaciones normales y completamente fuera de la ortodoxia científica, pero el lenguaje llano y el trato con mis pacientes a diario me trae de vuelta a la realidad cotidiana del mundo dental.
Volvemos al tema de las "tiendas dentales" no por gusto, sino porque se sepa algo más qué es lo que realmente hacen.
La historia podría titularse: No me curaron
Un paciente me contó un día como llegó a mi consulta. Estaba trabajando cuando le comenzó un dolor de muelas tremendo tuvo que ir de urgencia, teniendo la fantástica idea de acudir a una de estas "Clínicas Mac Dientes" de cuyo nombre no quiero ni acordarme.
Le recibieron, le sentaron a esperar, le hicieron una radiografía (que por cierto no le prescribió ningún/a dentista), le volvieron a hacer esperar, le pasaron al gabinete, esperó más tiempo allí sentado, fugazmente creyó ver una dentista que sacó un espejo estéril de su envoltorio para introducírselo en la boca y comentar algo con la auxiliar/comercial que llevaba atendiendo y haciendo esperar a nuestro amigo ya más de dos horas.
No contentos con ésto le hicieron pasar a un despacho ¡para ponerle un video!.
Por supuesto nuestro amigo escapó en cuanto pudo, pero claro, se llevó a cuestas su dolor de muelas.
Llamó a otro amigo que me llamó. Lo atendimos aquel mismo día, cerca de las diez de la noche. En diez minutos le dimos medicación de urgencia, prescripción de la medicación que debería tomar y cita para realizarle el tratamiento que demandaba.
Moraleja: ¡qué bonito es todo en televisión! ¡qué coloridos sus folletines publicitarios! ¡qué sonrisas ponen en los autobuses! pero que horrible y fea es la realidad: no soy letrado ni tengo conocimientos de derecho, pero si estuviese aburrido este hombre un día y cayese en sus manos algo sobre el deber de socorro, entonces quizás entendería que lo que le hicieron en aquella clínica no fue atención sino omisión, que además de inmoral y poco ético, roza la ilegalidad.
Los verdaderos dentistas no nos anunciamos en televisión, pero nos jugamos nuestra honra atendiendo satisfactoriamente a cada uno de nuestros pacientes.
Un saludo cordial.
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