Bajo este título podría parecer que vengo a hablaros de desórdenes alimenticios y de sus funestas consecuencias para la boca y el resto del organismo.
La verdad es que es un buen tema y prometo enfrentarme a él pronto.
Pero el título es un poco jocoso y lo único que vengo es a contaros un caso particularmente extraño que me sucedió en mi consulta y que me gustaría poner en conocimiento de los demás pues reporta algo nuevo y a tener en cuenta en cuanto a riesgos que pueden surgir de donde menos lo esperamos. Os cuento lo que pasó:
"Una de mis más pequeñas pacientes llegó a mi consulta con un tremendo dolor en la encía que sus papás achacaban a que estaba cambiando los dientes.
Cuando la examiné aprecié que ya había cambiado todos los incisivos inferiores que era donde se quejaba y que presentaba una especie de laceración en la encía de causa traumática pero difusa.
Le pregunté si se había hecho daño con algo, se había golpeado con algún lápiz o utensilio en la boca y ella me miraba con carita de cordero degollado y sólo cogió su camiseta con las manos y me dijo "estaba jugando."
La camiseta en cuestión tenía unas chapitas metálicas imitando pedrería de las que faltaban buena parte. "¿Cómo le quitas las piedras a la camiseta?" le pregunté.
Acto y seguido inclinó la cabeza y se llevó la camiseta a la boca mordiendo y escupiendo tres o cuatro de estas chavetitas en cuestión de segundos.
"Ajá!" ya sabíamos lo que la pequeña tenía bajo la encía, pero al haber transcurrido tiempo desde la inclusión, la propia inflamación gingival impedía determinar la posición exacta de la chapita que le había quedado incluida bajo ésta.
La anestesié para que no se asustara y me dejara sondar y palpar bien la bolsa generada por la inclusión con la esperanza de sacar la chaveta. Al llevar más de doce horas incluida la misma, la encía estaba irritada alrededor de prácticamente toda la parte anteroinferior, era muy difícil determinar dónde estaba la piececita de plástico.
Tomamos un par de placas radiográficas. Tengo un sistema de radiovisiografía que terminé de pagar el año pasado pero que es sin duda, una de los mayores aciertos que he tenido comprando para mi consulta por su rapidez y precisión frente al revelado tradicional (no voy a decir la marca ya que no tiene fin publicitario ninguno ni este artículo ni mi blog en sí mismo).
Al principio no vi nada, tal y como esperaba pues el material del adorno era plástico, pero mirando más detenidamente la radiografía aprecié una sombra algo esférica debajo del canino que se repetía en ambas placas pero no en el lado contralateral.
Agarré mi cureta 7/8 de Gracey y con mucho cuidado intenté llegar al fondo de aquella bolsa por mesial de donde supuestamente estaba la chapa. Luego deslicé la punta de la sonda y comencé a tirar hacia incisal... et voilá! Apareció una pequeña chapita plástica llena de sangre.
Terminé de limpiar un poquito la herida. Coloqué una gasita con clorhexidina y di consejos a los padres sobre alimentación, higiene y qué podía tomar la chiquita si sufría dolor.
La pequeña paciente se fue tan contenta prometiendo tirar la dichosa camiseta en cuanto llegara a casa."
Moraleja: Cuando pensamos los dentistas en objetos hirientes para la boca pensamos en palillos, lápices, y otros objetos más o menos cotidianos pero al menos a mí nunca se me habría ocurrido que la falsa pedrería en la ropa podría dar semejantes quebraderos de cabeza. Así que, como dice el dicho "nunca te acostarás sin aprender nada nuevo"
A los papás y mamás que nos lean, cuando compren alguna prenda eviten que tenga objetos desprendibles de cualquier tamaño, ya que en este caso se quedó la encía por lo pequeño que era pero objetos mayores habrían traído peores consecuencias.
Un saludo cordial a todos.
La verdad es que es un buen tema y prometo enfrentarme a él pronto.
Pero el título es un poco jocoso y lo único que vengo es a contaros un caso particularmente extraño que me sucedió en mi consulta y que me gustaría poner en conocimiento de los demás pues reporta algo nuevo y a tener en cuenta en cuanto a riesgos que pueden surgir de donde menos lo esperamos. Os cuento lo que pasó:
"Una de mis más pequeñas pacientes llegó a mi consulta con un tremendo dolor en la encía que sus papás achacaban a que estaba cambiando los dientes.
Cuando la examiné aprecié que ya había cambiado todos los incisivos inferiores que era donde se quejaba y que presentaba una especie de laceración en la encía de causa traumática pero difusa.
Le pregunté si se había hecho daño con algo, se había golpeado con algún lápiz o utensilio en la boca y ella me miraba con carita de cordero degollado y sólo cogió su camiseta con las manos y me dijo "estaba jugando."
La camiseta en cuestión tenía unas chapitas metálicas imitando pedrería de las que faltaban buena parte. "¿Cómo le quitas las piedras a la camiseta?" le pregunté.
Acto y seguido inclinó la cabeza y se llevó la camiseta a la boca mordiendo y escupiendo tres o cuatro de estas chavetitas en cuestión de segundos.
"Ajá!" ya sabíamos lo que la pequeña tenía bajo la encía, pero al haber transcurrido tiempo desde la inclusión, la propia inflamación gingival impedía determinar la posición exacta de la chapita que le había quedado incluida bajo ésta.
La anestesié para que no se asustara y me dejara sondar y palpar bien la bolsa generada por la inclusión con la esperanza de sacar la chaveta. Al llevar más de doce horas incluida la misma, la encía estaba irritada alrededor de prácticamente toda la parte anteroinferior, era muy difícil determinar dónde estaba la piececita de plástico.
Tomamos un par de placas radiográficas. Tengo un sistema de radiovisiografía que terminé de pagar el año pasado pero que es sin duda, una de los mayores aciertos que he tenido comprando para mi consulta por su rapidez y precisión frente al revelado tradicional (no voy a decir la marca ya que no tiene fin publicitario ninguno ni este artículo ni mi blog en sí mismo).
Al principio no vi nada, tal y como esperaba pues el material del adorno era plástico, pero mirando más detenidamente la radiografía aprecié una sombra algo esférica debajo del canino que se repetía en ambas placas pero no en el lado contralateral.
Agarré mi cureta 7/8 de Gracey y con mucho cuidado intenté llegar al fondo de aquella bolsa por mesial de donde supuestamente estaba la chapa. Luego deslicé la punta de la sonda y comencé a tirar hacia incisal... et voilá! Apareció una pequeña chapita plástica llena de sangre.
Terminé de limpiar un poquito la herida. Coloqué una gasita con clorhexidina y di consejos a los padres sobre alimentación, higiene y qué podía tomar la chiquita si sufría dolor.
La pequeña paciente se fue tan contenta prometiendo tirar la dichosa camiseta en cuanto llegara a casa."
Moraleja: Cuando pensamos los dentistas en objetos hirientes para la boca pensamos en palillos, lápices, y otros objetos más o menos cotidianos pero al menos a mí nunca se me habría ocurrido que la falsa pedrería en la ropa podría dar semejantes quebraderos de cabeza. Así que, como dice el dicho "nunca te acostarás sin aprender nada nuevo"
A los papás y mamás que nos lean, cuando compren alguna prenda eviten que tenga objetos desprendibles de cualquier tamaño, ya que en este caso se quedó la encía por lo pequeño que era pero objetos mayores habrían traído peores consecuencias.
Un saludo cordial a todos.
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