Tras el pequeño inserto publicitario vayamos al caso clínico:
Paciente de 34 años que acude a nuestra consulta con su primer premolar superior izquierdo completamente destrozado del que clínicamente se aprecia la raíz totalmente reblandecida por efecto de la caries. El paciente quería reemplazar su pieza por un implante dental. En principio deseaba estética inmediata, pero cuando le informamos de las dificultades quirúrgicas que entrañaba su caso renunció en pos de asegurar a largo plazo la superviviencia de la fijación endoósea.
Como handicaps en este caso particular encontramos:
- Escaso volumen vestibular con perforaciones de la tabla a nivel crestal y apical
- Incoherencia del lecho óseo de las raíces del primer premolar con la forma del implante.
- Falta de altura de la cresta por la relación con la cortical del seno maxilar.
Con todo lo descrito decidimos realizar en el mismo acto la extracción radicular cuidadosa y colocación de implante inmediatamente tras la misma pues no había patología periapical. Ante los problemas del lecho óseo optamos por la colocación de sustituto óseo esponjoso que nos permitiría aprovechar toda la altura de la cresta hasta la cortical sinusal, corregir la discrepancia de tamaño del lecho radicular con el implante y aumentar el volumen óseo a nivel vestibular acompañándolo de una membrana reabsorbible bicapa.
Arriba en la imagen radiográfica podemos apreciar como tras la extracción fresamos cuidadosamente los 4-5 mm que teníamos de hueso bajo el ápice y hasta la cortical que perforamos sin romper la membrana sinusal.
De nuevo encima de estas letras, la segunda radiografía realizada tras la colocación de implante, sustituto óseo y membrana, donde podemos apreciar varias cosas: el implante tenía estabilidad primaria, pero obviamente tan sólo por los 4-5 mm fresados y casi robados a la cortical sinusal. Mezclamos el sustituto óseo con suero fisiológico y polvo de bencilpenicilina sódica por si hubiere algo de infección en el lecho óseo. El tipo de relleno óseo que utilizamos engaña en la imagen radiológica y disimula la falta de coherencia implante-hueso. Radiológicamente no se percibe pero introdujimos una membrana reabsorbible recortada con la forma del defecto y realizamos un colgajo desplazado para conseguir una buena cobertura de toda la zona quirúrgica.
A nivel oclusal se aprecia el cemento quirúrgico que colocamos para mantener todo en su sitio.
Obvia decir que pedimos a nuestro paciente extremase todos los cuidados las primeras 48-72 horas y le dimos instrucciones precisas de higiene, dieta y medicación para los primeros diez días del postoperatorio.
Cuando el paciente volvió al cabo de estos diez días a retirar la sutura refirió sentir que perdía algo de "éso que le habíamos metido" (se refería al sustituto óseo). No le dimos mayor importancia y tras comunicarle que colocábamos siempre material en exceso y que era precisamente dicho exceso el que estaba siendo expulsado (probablemente no el que estaba bajo la membrana pero sí restos que quedaran entre ésta y el tejido gíngivomucoso). El lecho permanecía perfectamente cubierto por nuestro colgajo suturado y la membrana no se había expuesto al lecho oral.
Le dijimos al paciente que volviera a los seis meses para realizar un control radiográfico.
Esta imagen pertenece a dicho control (en realidad se realizó a los siete meses pues el paciente no pudo acudir antes a consulta por problemas laborales). Se aprecia un nuevo hueso formado en todo alrededor del antiguo lecho radicular que ahora sí es coherente con el cuerpo del implante y cómo la cercanía con la cortical sinusal es inocua estando anclado perfectamente la fijación también a esta superficie ósea.
El paciente nos comentó que no nota absolutamente nada y ahora estamos tomando los registros para realizar la rehabilitación prostodóntica.
Hoy en día la implantología es prácticamente tan común en la clínica diaria como la odontología conservadora o los selladores infantiles, quizás a algunos profesionales nos gustaría tener más implantología y menos necrosis pulpares que endodonciar (y a otros colegas al revés), pero como dice el refrán, nunca llueve a gusto de todos.
Hoy en día la implantología es prácticamente tan común en la clínica diaria como la odontología conservadora o los selladores infantiles, quizás a algunos profesionales nos gustaría tener más implantología y menos necrosis pulpares que endodonciar (y a otros colegas al revés), pero como dice el refrán, nunca llueve a gusto de todos.
El caso es que los casos fáciles de resolver en implantología están desapareciendo. Esos implantes, en los que la extracción era antigua, quedaba suficiente altura y anchura ósea como para colocar el implante sin preocuparse. Ahora los dentistas que usamos la implantología como un arma más de nuestro arsenal de rehabilitación oral nos enfrentamos a la necesidad de acoplar a la técnica quirúrgica de colocación de estas fijaciones una serie de apéndices como son la RTG con el fin de conseguir resolver estos casos más difíciles que sí llegan a nuestra consulta y que además, a diferencia de los primeros pacientes implantológicos, ya están perfectamente informados por familia, prensa, radio, internet, TV, etc...
Para concluir esta breve presentación de nuestro caso clínico animo tanto a dentistas como al público en general a formarse a los primeros e informarse con su dentista los segundos de cómo restituir esa pieza ya no perdida, sino deshauciada por la odontología conservadora, antes de extraerla y dejar que la naturaleza obre en su hueso reabsorbiéndolo y dificultando una correcta rehabilitación de la misma.
La despedida es un agradecimiento a la Clínica Dental Cortijo Grande en la que me siento como en casa gracias a que han entendido y absorbido perfectamente mi método de trabajo.
Un saludo cordial.
No hay comentarios:
Publicar un comentario