sábado, 11 de febrero de 2017

Un poco de ortodoncia

Con el único propósito de aprovechar el curso que tuve la oportunidad de dar en el Colegio de Dentistas de Almería junto a mis compañeros de la junta directiva durante  el año pasado "resucito" mi humilde blog por considerarlo de cierto interés dejarlo colgado en la red más que guardado en una carpeta de mi pc. Ruego a aquellos que tengan críticas constructivas tengan a bien dejármelas en los comentarios (así como parabienes y halagos).

Un saludo cordial a todos, os dejo con el tema:

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Puesta al día en Ortodoncia



El movimiento de las piezas dentales es un proceso natural que se produce en la boca de todos nuestros pacientes a lo largo de su vida.

Los dientes se ven continuamente sometidos a fuerzas dentro de la boca (como los contactos de cierre) que pueden generar zonas de tensión en el ligamento periodontal. Éste órgano al verse sometido a la tensión aumenta en cantidad de células que se van distinguiendo en osteoblastos para poder  formar  nuevo hueso en la pared alveolar y conseguir desplazar el diente en la dirección de la fuerza de tensión.
 Estos osteoblastos provienen de líneas celulares que parten de las células madre o pericitos que están abrazando los pequeños vasos que atraviesan el ligamento periodontal. En la zona opuesta a la de tensión se estaría generando una fuerza compresiva que también provoca un aumento en la celularidad del ligamento periodontal, pero esta vez para diferenciarse en células destructoras de hueso u osteoclastos que irán reabsorbiendo el hueso alveolar. La resultante de generar hueso por un lado e ir reabsorbiéndolo por el otro va a producir el traslado en masa de la pieza dental.


Por lo tanto la Ortodoncia no genera ningún mecanismo extraño a la naturaleza de la boca ni de los dientes, sino que sólo intenta dirigir el movimiento natural de los dientes, utilizando fuerzas ligeras que no produzcan daño al sistema ligamento periodontal – hueso alveolar – cemento radicular.

 Existen en la actualidad cientos de formas de actuar sobre el paciente con maloclusión:
-                     Ortodoncia funcional e interceptiva: cambiar la forma de ocluir de los dientes bien a través de éstos o usándolos de apoyo para conseguir cambiar la arquitectura muscular y en algunos casos la esquelética: Frankel, Bionator, RNO, Cervera…
-                      Ortodoncia fija multibracket vestibular: la opción más conocida para alinear y dar una buena oclusión y estética a los dientes pasa por el uso de brackets vestibulares y las distintas técnicas de arco recto. Partiendo de dos diferencias básicas, la anchura de la ranura del bracket o comúnmente denominado slot que puede ser de 0.018 pulgadas ó de 0.022 (los partidarios del primero dirán que genera fuerzas más ligeras sobre los dientes y los del segundo dirán que sin el grosor suficiente de ranura y arco es imposible llevar los dientes a su sitio). Además existen múltiples escuelas, técnicas o filosofías para la ortodoncia fija vestibular, algunas de las más comunes son las de Andrews, Roth, MBT (McLaughlin, Bennet, y Trevisi),  Alexander, Ricketts, Begg… Todas con los nombres de sus desarrolladores que recogen aportes de su antecesores y contemporáneos pero creen que sólo se pueden solucionar los problemas ortodóncicos con su propia escuela (la diferencia entre los brackets de las distintas técnicas estriba en que dan distinta angulación a los mismos para conseguir alinearlos). Además, puede que encontremos la diferencia en nuestros brackets vestibulares en si los ligamos mediante elastómeros, ligaduras metálicas, etc, o por el contrario traen unas “tapaderas” que los cierran convirtiéndolos en brackets de autoligado, herramientas mucho más caras puesto que reducen mucho la fricción, el roce, entre bracket y arco.

-                     Ortodoncia lingual: también podemos colocar brackets sobre las superficies linguales de nuestros dientes para alinearlos sin que se vea la mecánica ortodóncica pues queda oculta por las propias piezas dentales.
-                     Otra opción es realizar el tratamiento ortodóncico de nuestros pacientes mediante alineadores estéticos, aparatos muy parecidos en su material a las placas de retención que utilizamos durante la fase de mantenimiento pero que para su realización conlleva un diseño informático y un montaje del caso que va dirigiendo el movimiento dental desde la malposición inicial hasta el terminado.

 Para mover dientes necesitamos pacientes, pero ¿qué tipo de pacientes acude a nuestra consulta demandando ortodoncia?  Si tuviéramos que dividirlos hablaríamos de pacientes que no van a crecer (también llamados adultos) y pacientes con crecimiento potencial. Lo que no sabemos los ortodoncistas antes de enfrentarnos a estos pacientes es cómo son, y el grado de colaboración en nuestro tratamiento es algo fundamental. De ahí la importancia de trabajar con nuestro equipo auxiliar que nos informa previamente a la primera visita de la tipología del paciente conociendo qué quiere, qué espera y cómo es personalmente y trasladándonos toda esa información antes de que nos encontremos con él/ella. Para realizar un correcto cribaje de pacientes, debemos conocer algunos datos importantes:
 ·         Básicamente vamos a encontrarnos con un/a paciente adulto/a que puede haber llevado o no ortodoncia previamente (dato importantísimo porque una persona que ya ha pasado por tratamiento ortodóncico no tiene la “ilusión de la primera vez”).
Además, suele  tener claro qué quiere solucionar con la ortodoncia: abrir hueco para reponer una pieza ausente, alinear, desapiñar, etc. Nos puede explicar perfectamente qué quiere y nosotros hemos de analizar ese deseo y darle forma de tratamiento plausible, “rápido” dentro de lo rápida que es la ortodoncia y sobre todo realista. Mucho cuidado con los pacientes adultos que persiguen tratar otros defectos en los dientes llevando ortodoncia se les van a solucionar también (diferencias de tamaño, anomalías de forma, de color), muchas veces piensan que por “sufrir” el tratamiento ortodóncico todo les va a ir bien.
Un pensamiento muy extendido en casos “leves” (un/a paciente que sólo se ve un incisivo apiñado o mal alineado) es pensar que existe un pequeño aparato minúsculo que colocaremos en ese diente para llevarlo a su sitio. Y es posible que hayamos visto en consulta cómo nuestro ortodoncista es capaz de solucionar estas pequeñas malposiciones en pacientes que han terminado su tratamiento de ortodoncia, lo que no quiere decir que existan atajos para solucionar este problema si el paciente no ha pasado previamente por el tratamiento. Para que lo entiendan solemos ponerle el ejemplo de estos puzles, o de un cubo de Rubik en el que sólo faltara una pieza por colocar en su sitio: nadie pensaría que no hay que mover el resto de las piezas para conseguir terminar el puzle, pues lo mismo ocurre en la boca, la mayoría de las veces para corregir un solo defecto aparente hay que hacer un tratamiento completo de todas las piezas para conseguir alinearlas perfectamente.

·         Por otro lado tenemos a los pacientes infantiles ya que podemos establecer tratamiento ortodóncico efectivo desde una edad temprana (aproximadamente 6-7 años, incluso antes dependiendo del problema y de la colaboración a obtener). En nuestros pequeños pacientes hemos de trabajar codo con codo con su familia, y ésta es la mayor dificultad del tratamiento. Los padres/tutores del paciente han de estar perfectamente informados y más motivados muchas veces que los propios pacientes pues son los que nos van a hacer mucho trabajo en casa para que el paciente evolucione correctamente (supervisar la higiene, activar la aparatología,  si es fija revisar que no se descemente, si es removible controlar las horas de uso a diario, etc). Si conocemos a los padres porque son pacientes de la consulta o hemos visto cómo actúan frente a otros tratamientos que le hayamos hecho al pequeño odontopediátricos, sabemos qué grado de colaboración podemos obtener y en función de estos datos decidiremos si es el momento adecuado y cómo actuaremos con estos pacientes.

La idea es no enfrentarnos con el paciente sino conseguir de él y de su entorno un trabajo en equipo con el ortodoncista y el resto del equipo de la clínica. Es necesario para cualquier trabajo odontológico pero resulta imprescindible en nuestros tratamientos debido a su larga duración en comparación con el resto de la terapéutica dental. Hay que remarcarles la importancia de permanecer en contacto con la clínica ante la más mínima duda. No escatimar a la hora de anotar teléfonos de contacto: fijos, móviles, del trabajo, correos electrónicos e incluso que la dirección postal que tengamos sea correcta. Recordarles las citas y no permitirles periodos de ausencia no consensuados con el ortodoncista. La ausencia de un paciente de ortodoncia a su cita representa un riesgo potencial para su salud puesto que está asumiendo no sólo el que su aparatología no avance, sino que en muchos casos retrase o genere efectos adversos. Además el riesgo de enfermedades dentales y periodontales aumenta significativamente al llevar aparatos de ortodoncia/ortopedia por lo que hemos de revisar perfectamente a nuestros pacientes de caries y gingivitis cada mes, y si se ausentan asumen un riesgo muy importante para su salud oral.

De cualquier manera, y por mucho que tomemos todas estas precauciones, que incluso se las demos por escrito a nuestros pacientes y nos las firmen en el consentimiento informado previo, con todo eso, a veces perdemos pacientes en pleno tratamiento.

Los libros de texto dicen que la mayoría de las ocasiones perdemos a los pacientes no por un fallo profesional sino por algún detalle personal nuestro o de nuestro equipo o del ambiente de la clínica que hace que nuestro paciente pierda nuestra confianza y se vaya a otro lado.
Si bien esto es cierto para la mayoría de los tratamientos odontológicos, en la Ortodoncia existe una peculiaridad que no he visto descrita (seguramente debo leer más) pero que mi equipo y yo hemos bautizado como Aparatitis. La aparatitis es esa infección aguda que surge en el entorno familiar del paciente que ya tiene su aparato y que decide motu proprio y sin consultarlo con la clínica, suspender sin previo aviso la asistencia a las citas de revisión (y en la mayoría de los casos el pago del tratamiento) hasta que estimen oportuno volver.  Sabemos que un paciente y su familia sufren de aparatitis por su perplejidad e incluso agresividad en las rellamadas para que vuelvan a revisión, o si bien nos los encontramos por la calle y se lo decimos educadamente, o si bien se lo decimos a algún familiar que sí viene a consulta, etc.  Por supuesto este estado no genera un ambiente en el que se pueda progresar ni se deba, por lo que, es muy importante ante un caso de aparatitis, antes de retomar el tratamiento con el paciente, hablar con el mismo, acordar que no va a volver a suceder, recordarle los medios de contacto que tiene la consulta y esa parte del consentimiento informado que ha de poner: ”la ausencia a las citas de revisión no exime del pago de las mismas”
Aún así, y tras varios años de tratar con estos “enfermos” lo más importante es saber que un paciente que ha sufrido aparatitis tiene mucha tendencia a la recidiva y por lo tanto ha de ser vigilado muy de cerca cualquier cambio de cita, pedirle el número de móvil para ver si lo ha cambiado, etc.

 El tratamiento de ortodoncia tiene tres partes diferenciadas:
1.       El estudio diagnóstico
2.       El tratamiento
3.       El mantenimiento 

Estudio diagnóstico
Antes de comenzar cualquier tratamiento hay que instaurar un diagnóstico y un plan terapéutico. Si vamos a realizar una obturación probablemente hayamos realizado un examen clínico y una radiografía periapical antes de comenzar a realizarla. En el caso de la Ortodoncia el estudio ha de ser más intenso. Decimos que hacemos el estudio en cascada: lógicamente no hacemos las mismas pruebas para un paciente de 6 años que tiene una mordida cruzada que para un paciente adulto que va a ser sometido a ortodoncia para después realizarle una cirugía ortognática.
Traigo un ejemplo de un análisis facial realizado a un paciente que va a recibir tratamiento combinado de ortodoncia y cirugía ortognática. El paciente sufría una clase III con mordida cruzada posterior bilateral y anterior (o resalte negativo). Como tenía síntomas de ATM, y en colaboración con la cirujana maxilofacial que llevaba el caso realizamos una resonancia magnética para descartar cambios articulares degenerativos previamente a comenzar el tratamiento.
Analizamos la fotografía de frente del paciente describiendo los problemas que vemos, las diferencias entre ambos lados de la cara del paciente y entre los distintos tercios que la componen.
En una imagen del paciente sonriendo somos capaces de valorar desviaciones de la punta nasal, comisuras, bordes incisales, mentón, gonions, planos oclusales, espacio interlabial, exposición de encía y corona clínica de los incisivos, etc.
Con estos datos más los recogidos del montaje en articulador en céntrica el análisis cefalométrico de tejidos duros y blandos llegamos a la Planificación Cefalométrica del Tratamiento que recreamos en esta animación y que llevamos  a la mesa de la maxilofacial para discutir con ella y establecer el plan de tratamiento quirúrgico definitivo, construir las férulas quirúrgicas, etc.














El registro de toma de mordida puede realizarse de dos maneras:
-          Podemos simplemente recortar un trozo de cera dura, tipo moyco, darle la forma de la arcada del paciente a mano o con unas tijeras, calentarla con un secador o con agua caliente, colocarla, pedir al paciente que muerda y permanezca en oclusión mientras enfriamos con la jeringa del equipo y aspiramos el agua. Después  dejaremos enfriar en agua fría la mordida y comprobaremos que es correcta, así tomamos una mordida en oclusión habitual, la que debemos tomar siempre como regla general en todos los estudios.
-          Pero hay casos en las que vamos a necesitar otro tipo de registros y para ello vamos a utilizar distintos aparatos, simples pero que nos harán tomar correctamente la mordida:
-          Para tomar una mordida en relación céntrica podemos colocar un poquito de cera moyco entre los incisivos centrales del paciente a modo de rampa que le permita desocluir todos los dientes y llevar la mandíbula hacia atrás hasta ese primer contacto. Una vez encontrado ese contacto y sin quitar dicha cera podemos hacer una toma de mordida con más cera que esté recortada por la zona de esa pequeña rampa y que nos permita registrar esa posición con facilidad.
-          En el caso de las mordidas constructivas la complicación es mayor pues hemos de contabilizar la cantidad de avance que vamos a dar a nuestra aparatología. Para ello utilizamos un posicionador que nos va a permitir medir desde la oclusión habitual del paciente hasta la máxima protrusiva y de ésta manera calcularemos la cantidad de avance que queremos dar al caso, la pondremos en la regla que trae y pediremos al paciente que muerda en dicha posición.

Fase de tratamiento
Una vez terminado el estudio comenzamos a tratar a nuestro paciente que empieza a sufrir cambios en su boca, ¿qué tipo de fuerzas son las que producen nuestros aparatos? ¿cómo medimos estas fuerzas?
Para entender la biofísica del movimiento ortodóncico, el nivel más importante y menos comprendido pero que mejor describiría la respuesta dental a las fuerzas ortodóncicas es el nivel de fuerza-deformación en el ligamento periodontal. La capacidad para determinar con exactitud el nivel de presión (fuerza por unidad de área) en las distintas zonas del ligamento periodontal puede suponer el mejor medio para correlacionar la aplicación de la fuerza sobre un diente con la respuesta del mismo (Burstone).
 O dicho de otra manera, es muy difícil describir con una mecánica simple un movimiento biológico, pero en aras de comprender cómo se mueven los dientes vamos a intentar hacer un símil veraniego. Plantemos nuestra sombrilla en la playa y, en aras de comprender la física del movimiento ortodóncico,  vamos a cortar esa parte de la sombrilla que queda clavada librándonos de toda la parte superior y dejándonos, más o menos dos tercios bajo la arena y uno por encima como muestra la ilustración. Hemos marcado dos centros del nuestra sombrilla/diente unirradicular que serían el centro de resistencia (que sería aquel en el que si hacemos una fuerza conseguiríamos desplazar toda la sombrilla/diente como si fuera una sola cosa) y el halo gris que lo rodea es el centro de rotación.
1-      Si a un diente le ejerzo una fuerza pequeña en dirección lingual voy a conseguir que su centro de rotación se desplace hacia apical un poco y que el diente rote sobre este. Este tipo de movimiento lo obtenemos clásicamente con la aparatología removible con un simple gancho de acero activado, un arco vestibular o en la mayoría de los tratamientos realizados con ortodoncia “invisible”. Es un movimiento en abanico hacia delante o hacia detrás que puede ayudarnos a resolver pequeñas alteraciones de la posición dentaria pero realmente no es un movimiento en masa del diente.

2-      Si soy capaz de someter al mismo diente a un par de fuerzas, una horizontal en sentido lingual y otra en sentido horario, lo que voy a conseguir es desplazar más ese centro de rotación hasta la parte apical, y cuanto más consiga esto más me estaré acercando a realizar una traslación pura del diente y menos una rotación. Este es el movimiento más clásico de la ortodoncia con brackets, ya sean linguales o vestibulares: torcemos la corona de los dientes hacia su sitio y poco a poco la raíz se va trasladando hasta donde tenemos la corona, pero en realidad no movemos en masa los dientes en sensu strictu.




Una de las situaciones más frecuentes que nos pueden suceder y nos suceden en la terapéutica ortodóncica multibracket es el descementado del algún bracket. Solucionar este problema es simple si sabemos seguir el siguiente protocolo:
A.      Pedir al paciente que nos informa que se le ha soltado un bracket que lo guarde y lo traiga. No sólo por su beneficio económico (hemos de recordarle que sólo pago 1 juego de brackets) sino porque la actitud correcta es siempre guardarlo, traerlo y que seamos nosotros quienes valoremos si se puede reutilizar o no. Conviene también entrevistar brevemente al paciente para hacerle caer en la cuenta de que los bracket no sólo se cementan y se dejan ahí, sino que se está continuamente tirando de ellos, por lo que si estuvieran mal cementados se despegarían al momento, pero si ha sido a los días de haber pasado revisión, es muy probable que haya sido comiendo algo que no debían o como no debían, apoyando algún utensilio en la boca (por ejemplo un bolígrafo), etc. El paciente debe encontrar qué fue lo que hizo mal o estará condenado a repetirlo.
B.      Generalmente el bracket viene con parte del composite pegado en la silla. No debemos utilizar instrumental rotatorio para limpiar la silla del bracket a menos que se trate de un bracket  estético. Los brackets metálicos se limpian mejor cogidos en su pinza de colocación y con un chorro de óxido de aluminio (arenadora clínica) o poniéndolos al rojo vivo con un mechero de gas (recordad que el composite es calcinable) y limpiándolo luego con alcohol y el aire seco de la jeringa del equipo.
C.      Retiraremos la parte suficiente de aparatología de la boca del paciente para poder realizar un adecuado recementado. No intentar recementar sin retirar el bracket de la boca!!!
Repasaremos la superficie dental con una fresa que elimine todo el composite de la cara vestibular, para después enjuagar, secar y aplicar ácido ortofosfórico al 37% durante 30-45 segundos. Aplicaremos el adhesivo tras lavar y secar.
D.      Aplicaremos adhesivo en cara del diente y silla del bracket. Colocaremos una pequeña cantidad de composite.
E.       Manteniendo el campo seco con aislamiento relativo colocamos el bracket en la superficie vestibular y según la técnica que estemos empleando y la pieza que sea sabremos a qué altura ha de estar la ranura del borde incisal/oclusal de la pieza. En mi caso por ejemplo siempre estará a 4mm salvo en el caso de los caninos que está a 4,5 y de los incisivos laterales superiores que estará a 3,5. Usando la guía de cementado que tengamos regularemos la posición del bracket.
F.       Limpiamos con una sonda todos los restos por los cuatro costados del bracket de manera que no obstaculicen ni su ligado ni el paso del arco.
G.     Curamos con luz 20 segundos por cara si la lámpara es de 800 mW/cm ó 10 segundos si es de 1200-1500 mW/cm.

3-      Si queremos conseguir un movimiento en masa de los dientes lo que la física nos pide es que aumentemos ese par de fuerzas de manera que el centro de rotación se desplace al infinito y de esa manera consigamos trasladar limpiamente el objeto a mover. Para ello, uno de los mejores sistemas consiste en, ya que no podemos aumentar mucho el par de fuerzas pues hablamos de un sistema biológico capaz de lesionarse por la misma fuerza que intenta moverlo, reforcemos el anclaje (tiremos desde algo que no se mueva) de manera que eliminemos la fuerza en sentido contrario que naturalmente se genera (la resistencia del diente a moverse) y consigamos desplazar nuestro diente limpiamente. La mejor manera de conseguir esto hoy en día es gracias a los microimplantes aunque prácticamente podemos conseguirlo con un buen anclaje dental. 

 Fase de retención

Cuando el paciente llega al final de su tratamiento con brackets hemos de felicitarle por la colaboración obtenida, lo difícil de la limpieza dental que ha llevado también y enumerarle espejo en mano los éxitos obtenidos. Lo que no decimos es que hemos terminado. Decimos que vamos a embarcarnos en la última parte del tratamiento, que es mucho más sencilla que la anterior pero que requiere igualmente de su colaboración, que sabemos que si lo ha hecho bien cuando tenía toda la compleja aparatología fija en la boca, ahora va a hacerlo mejor.
Uno de los más famosos ortodoncistas de todos los tiempos, creo que fue Ricketts, dijo literalmente que daría la mitad de lo que ganaba a quien se hiciera cargo de sus casos de recidiva.
La retención es una fase difícil del tratamiento puesto que el paciente tiene ganas de salir corriendo y nosotros miedo de que lo haga para volver al poco tiempo con algún diente malposicionado.
Por ello, lo que hemos de hacer desde el principio es trabajar la retención en dos sentidos:  activa y pasiva

Los aparatos de retención pasiva, los retenedores fijos son los más demandados por nuestros pacientes pues se sienten seguros con ellos, pero nosotros hemos de demostrarles que per se sólo los retenedores fijos son inútiles e insuficientes.
Es por esto que nunca comenzamos la retención con ellos sino con placas, de un grosor muy pequeño para que no interfieran la oclusión y permitan al paciente llevarlas todo el día salvo en las comidas durante el primer mes,  y con descansos de 8 horas en los dos o tres meses siguientes.
Pasada esta primera fase de retención activa en la que el paciente se ha sometido y ha llevado el control de su retención, vamos dándole permisos y colocando los retenedores fijos o pasivos. Siempre colocaremos un retenedor fijo en lingual de los incisivos superiores,  mientras que en los superiores no podremos hacerlo si hemos dejado una buena guía anterior, y si lo haremos en casos en que nos haya quedado descompensado el maxilar (adelantado). Pero, a la vez que elaboramos los retenedores pasivos volveremos a realizar un juego de placas de retención, esta vez de mayor grosor, cercano a  1 mm, que habremos de retocar suavemente una vez confeccionadas para evitar que produzcan contactos unilaterales o sólo posteriores, y que pediremos al paciente que porte a la vez que la retención activa durante las noches los seis primeros meses.
En este momento realizaremos la transmisión de la responsabilidad en la retención. Cuando el paciente ha estado seis meses usando durante el sueño los mantenedores la mayoría de las veces ha ocurrido un par de veces que se ha dado un pequeño respiro (un fin de semana fuera de casa, ha dormido con un/a amigo, etc). Cuando ha descansado de usar la aparatología ha descubierto él/ella sólo que al volver a colocarse las placas de retención “parecía que apretaban” pero que al poco tiempo volvió a estar todo como de costumbre.
Esa sensación que el paciente ha desarrollado nos permite explicarle que:
                1º Los dientes van a intentar toda la vida irse a otro sitio distinto del que nosotros le hemos impuesto. El paso del tiempo en la boca se podría medir por el apiñamiento natural de los dientes.
                2º Usando regularmente los sistemas de retención activos, las placas, y teniendo siempre estas en perfectas condiciones el paciente sabe, sin necesidad de visitarnos, que sus dientes están en su sitio.
Al transferir la responsabilidad de la retención al paciente y pasados casi un año desde el desmontaje de los brackets, podemos citar al paciente a una revisión anual advirtiéndole que adelante la cita si tiene cualquier problema con su aparatología.

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Tuve que dar esta charla sentado porque estaba recuperándome de una lesión muscular.

 La última diapositiva fue de agradecimiento a todo mi equipo, la ortodoncia no se hace sola, se hace con mucha gente que te apoya, desde tu familia, tus compañeros de clínica y aquellos compañeros dentistas, cirujanos maxilofaciales etc. que cuentan conmigo para llevar a cabo sus tratamientos ortodóncicos. A todos ellos estén o no en esta diapositiva, gracias.


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